viernes, 21 de agosto de 2015

Y comprendió que hay personas que brillan sin ser estrella, y que hay silencios que separan, sin ser kilómetros. Que la vida es un poquito así, sin sentido, pero que nos desesperamos por darle uno. Un sentido, con nombre y apellidos, a ser posible. Un sentido que nos abrace por la noches y no se vaya al vernos las cicatrices; que las comparta con nosotros.

- Anónimo.

Me gusta pensar que las personas somos puntos en el espacio: definidos por coordenadas, moviéndonos por un plano infinito, recorriendo asíntotas sin miedo al vértigo, capaces de conjugarnos con otros puntos para formar geometrías espléndidas.
Me gusta pensar que dos personas, al igual que un par de puntos, están condenadas a alinearse eternamente; siempre existe una recta que define el vínculo de su unión. Pueden distanciarse, incluso coquetear con el infinito, pero jamás dejará de existir esa recta que amenaza con unirlos.

Texto de @anitatp_

Y me llaman loca por sentir la música como si de mi propia vida se tratase, por creer en la belleza, en lo imposible y en el destino. Y es que, como mucha gente dice, este último está escrito en una línea infinita entre el espacio y el tiempo. Él mismo nos cuenta que todo lo que llega se va, y que todo lo que se va, antes o después regresa. Que no hay nadie que pueda ser capaz de olvidar algo (alguien) que le marcó realmente. Y siendo claros, no hay lenguaje mejor que el de las miradas. Pero las sonrisas... Las sonrisas son el alma de este mundo, la fuerza con la que toda persona se mueve. Y si, me atrevería a decir que contigo descubrí un nuevo idioma, pero que jamás dejaré de buscar entre mis sonrisas varias la que tú eras capaz de sacarme, aunque, a pesar de todo, no haya conocido aún música más bonita que la que se forma escuchando tus ojos acompañados de los matices de tu sonrisa.